Visitantes de Babia,
Cuando aprendí a hacer crepes, me salían tan tan buenos, que no necesitaban nada más, que si le ponías chocolate, te podías morir del gusto, pero ya volabas comiéndolos solos. Era una especie de tortita, ya que el grosor era mayor que el de un crepe...qué tardes aquellas...
Estoy nerviosa, en tres días comienzan las rebajas, y me estoy preparando, física y mentalmente para tal acontecimiento. Soy esclava de mi imagen, de la de mis hijas y de la de mi casa.
Pedirme el día libre y perderme en los grandes almacenes durante horas, es una experiencia que me extasia.
Allí estoy yo, metida en el coche, son las nueve y media y queda media hora para que abran, como tengo algo de orgullo y vergüenza, prefiero no ponerme en la puerta, para no salir en la imagen de portada de los periódicos, pero si careciera de ellos, me abriría paso a codazos entre la multitud.
Hago caso omiso de los consejos del buen consumidor, haz una lista de lo que necesites, observa el artículo varios días antes y ve a por él. No es mi lema el ser un consumidor responsable, yo soy una loca de las rebajas, y no sé lo que es ser ¿respon...qué?.
Conforme entro a la tienda hago un barrido visual tal, que podría desintegrar literalmente la prenda que ha desechado mi yo-rebajero-selectivo, esto si, esto no, esto me gusta a mí, me lo quedo yo. Sí, soy la Xima Bayo de la ocasión y la oferta, soy lo más macarra que te puedes encontrar, si estás interesada en la misma prenda que yo, y sólo queda esa, cuidadito, mis tretas para conseguirla rozan la perfección en cuanto a mi interpretación. Es posible que te mire con mucho horror, a tus ojos-detrás de ti-a tus ojos-detrás de ti, me llevo la mano a la boca para contener un grito a lo Psicosis, mis ojos se salen de las órbitas, y cuando te vuelves para ver que clase de psicópata se te está acercando por tu espalda, aprovecho, en un rápido y eficaz repelón para quedarme con La Camisa, que más tarde dejaré abandonada en un montón porque una vez que la he conseguido ha perdido totalmente el interés...
El momento casa es quizás el peor (para el bolsillo claro), porque aquí no te para el probador, tan sólo tu pensamiento, y os recuerdo que yo NO PIENSO, entro en trance y no me recupero hasta que llego a casa y compruebo lo que me he gastado. Velas, palitos de aromas, portafotos, espejos, toallas, estas cosicas tan bonicas de bolas que no sabes lo que es pero que tiene que ser super-práctico...pero dónde vives Yolanda, tu casa está desnuda, pues a vestirla que no se resfríe.
El momento ropa-niño, mejor, vivirlo sola, porque mis hijas han heredado ese don de la locura y el desenfreno por la ropa y los zapatos, y mientras corren de punta a punta del establecimiento,simulan zambullirse a una piscina (de pantalones y camisetas) cual futbolista celebrando goles, gritan, practican el lanzamiento del zapato, lloran, me aseguran que su hermana les ha sacado el ojo con una percha, dicen palabras que nunca han dicho, e invocan a los poderes de la oscuridad (os lo juro que esto es verdad), a mí comienza a bajarme unas lágrimas por mis mejillas, juro que no volverán a ver las Winx, me empieza a subir un ardor, desde el estómago que cuando roza mi garganta me produce tal alarido-rex (como el del dinosaurio, igual de primitivo), que por un momento, el gran almacén se calla, se paraliza, y aprovecho, para con, el poco orgullo que te queda, recoger a esos dos alien-predator que tienes por hijas, agachar la cabeza cual avestruz, y salir pitando cual gacela acechada.
Nos compramos en Babia.
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