9 de junio de 2011

La psicosis de Doña Conchita, chiriví.


Queridísimos embabiados,

En cuestión de Donuts, soy clásica, segura y firme. Nunca he dudado a la hora de comprarme uno (que si son dos, mejor), ¿De qué lo quieres, bonica?.- DE CHOCOLATE NEGRO.- contesto seria, sin rodeos, sin pensarlo, sin debates internos, sin contemplación, sin pestañear, con entereza, que ya quisiera yo tener las cosas tan claritas como eso.
Lo sacas de la bolsita, le das un bocado despacio, el chocolate cruje y te dejas llevar por el momento...


Mi madre nunca me dejaba comprarme donuts o pastelitos para ir al colegio, insistía en hacerme bocadillos de pamploné (casi "ná" el pestuzón que llevaba en la cartera), y de postre un plátano  (nunca me han gustado), al que yo dejaba en el fondo de la mochila hasta que se florecía y/o una mandarina, que solía tener la misma suerte que su compañero.
Mientras, en el recreo, "niños afortunados" despreciaban el Bollicao que su madre les había comprado, y se comían sólo el bollo, el chocolate lo tiraban, y allí estaba yo, miraba al niño, miraba el chocolate, el chocolate me observaba desde la papelera diciendo, pobretico de mí,  mientras el pamploné de mi bocadillo, se reía de mi mala suerte, apestando más si cabía. (Yo no tengo nada contra el chorizo, pero todos los días se hace insufrible)
Algún día que otro, mi madre, supongo que influenciada por la Luna (si es capaz de provocar las mareas, no te digo nada sobre el humor de los madres) nos dejaba elegir pastelito, y aquí venían mis dudas cuando a la Milagros se le habían terminado los Donuts, ¿qué elegía,? el Gitanito, un Phosquitos, una Pantera Rosa? ay, que indecisión!!!, ¿y si te equivocabas al pedir, y lo que se pidiera tu hermana te iba a apetecer más? Por eso, me pedía lo mismo que ella, así es posible que no me gustara, pero no me daría envidia...
El tema del anhelo a la hora de comer era algo que sufría mucho mi generación, no creo que suceda eso hoy en día, por ejemplo, empezábamos a comer una copa de chocolate y nata a la vez, claro, el mérito lo tenía la que se lo comiera más lento, porque así, al final dabas pelusilla...y no disfrutabas lo más mínimo de lo que comías, entre otras cosas porque lo hacías en tan pequeñas cantidades que  no sabía a nada, disfrutabas del placer de ver a tu hermana mirándote mientras que tu te relamías con esa pizca de chocolate que se había quedado pegado en el fondo del vasito.

Y es que, los niños son muy crueles, aparte del temido bocata de chorizo, si había algo que odiara más en el recreo,  era jugar a la goma. Lo siguiente que aborrecía era la frase, Yolanda es de azúcar..., y esto no significaba que fueras muy dulce, con esto te decían que eras MUY TORPE, que no te rechazaban, podías jugar, pero que no perdían el tiempo contigo, vamos, que si eras incapaz de saltar por las rodillas CA-NA-DA (y lo pongo así porque no era seguido) sin que hicieras un nudo marinero con tus piernas y las gomas, eras de lo peor...aún resuena en mi interior una horrible canción, me suena como en una peli de miedo, con voz de niños de ultratumba y el sonido de varios violines rechinando como en la famosa peli Psicosis...Doña Conchita chiriví, se corta el pelo, chiriví, con las tijeras, chiriví, y el peluquero chiriví, y el peluquero, chiriví, se llama Juan, chiriví-chirivá. (Arrrrrrrrrggggggggghhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!)
Otro día, que me encuentre mejor, que el miedico me ha dejado muy mal cuerpo, analizaré a fondo el contenido y significado oculto de esta terrible letra, ¿qué es chiriví?, ¿quién es Doña Conchita, y qué edad tiene para llamarla Doña? ¿por qué le corta el pelo con tijeras y no con navaja, que  para el pelo desfilado es mejor?, ¿acaso Doña Conchita lleva melena igualada?, ¿por qué se aclara que Juan es el peluquero?, ¿quién iba a cortarle el pelo si no, Juan el charcutero?, y por último, y no menos importante, ¿por qué se añade chirivá al chiriví?

En mi próximo viaje a Babia prometo desvelaros este y algún misterio más...


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