31 de octubre de 2012

The shining of Paquita.

Especial Halloween



Magullada, buboneada y aireada quedó Paquita en su último viaje.

Despertó de aquella pesadilla giratoria una tarde siniestra de lluvia, truenos, rayos y sentellas.

Al grito de cojona qué frío, despertó. Se encontraba tendida en el siniestro jardín de un caserón aun más lúgubre. La humedad del ambiente hizo entumecer los miembros de Paquita, haciéndola palidecer y encogerse del dolor. Casi a rastras, pudo alcanzar las escaleras de la tenebrosa casa para intentar guarecerse de la terrible tormenta que azotaba su maltrecho cuerpo.

No reconocía el lugar donde de forma caprichosa el tifón convertido en tormenta tuvo a bien dejar a su inconsciente persona.

Los escalones de madera crujieron bajo el peso de Paquita, leve por llevar varios días a base de chorricos de coñac aguados con granizo, fruto autóctono del tifón. Aquellos peldaños parecían no haber sido pisados en décadas y se quejaban a cada paso de una Paquita quejumbrosa y famélica a partes iguales.

-Hambrienta y hechica polvo es lo que estoy, narradora, y mira que cuando se me pasa la hora no me entra naica en el cuerpo pero ahora mismico me comía un gitano en pompa.

O.O

Ya en el atrio del caserón, golpeó la puerta con toda la fuerza de sus nudillos, tanta, que no necesitó más de tres golpes para abrirla. El chirrido de la misma al batir su ala sonó al más tenebroso jamás escuchado en cualquier casa del terror que se precie...

-Qué chirrido ni que ocho cuartos, soy yo, que me he acabo de ver en el espejo de la entrada...ese tifón ha destrozado mi permanente y me ha dejado una espantosa melena cocoguá...MALDITO SEAS!!

Maldito seas respondió el caserón con un eco juguetón a la par que escalofriante.

El caserón era un antiguo hotel y en el amplio salón,  una mesa con una máquina de escribir esperaban al escritor que la tecleara al calor de la humeante chimenea...un momento....la casa parecía estar deshabitada, pero alguien había encendido la chimenea, consciente de que no estaba sola se dispuso Paquita a buscar al personal del hotel para que la ayudaran, en esta su empresa, volver a casica que llueve.

Subió las amplias escaleras y encontró un largo pasillo repleto de habitaciones numeradas, en ella encontró a unas gemelas divinas, a una señora en el quicio de la 237, a un loco con un hacha en la mano  corriendo tras una mujer y un niño en triciclo ...y una sensación extraña...un resplandor...y dos graffitis en la pared; en el primero se leía REDRUM y en el segundo OTNOT NEIUQ OL AEL, sin duda alguna, se trataban de mensajes encriptados.

Preguntó Paquita al señor del hacha, que paró su carrera muy amablemente, a qué hora se servía la cena, pero el muchacho debía estar muy mal de los nervios porque no supo decirle, razón por la cual nuestra heroína decidió prepararle una tila para templarle el ánimo.

-Ven aquí Jack, siéntate un poco conmigo y hablemos de la economía mundial...- y a Jack, a Wendy, a la de la 237, al jardinero loco y a las dos gemelas se le pusieron los pelos como escarpias.

Al calor del hogar fue contando Paquita al marido de la que corría despavorida sus aventuras con los tifones, que si la habían dejado mal las verticales y sufría terribles mareos, que si echaba de menos a su Jenny, que seguro que se habría fugado del insti para irse a comer pipas al parque, que si tenía un cargamento de batamantas perfecto para arropar a los clientes del hotel en las frías tardes de invierno y un sin fin de temas más.

Tal fue el grado de enajenación grave que provocó con su monólogo al del hacha, que sin ser consciente de ello, exorcizó de manera efectiva al buen hombre de todos sus fantasmas interiores, que salió por patas del hotel con su familia, seguido del demonio que lo poseía y demás fantasmas del lugar.

Y en aquel caserón deshabitado quedó Paquita ¿quedaría algún huesped especial en el hotel para hacerle compañía? ¿enloquecería Paquita a cualquier fantasma de bien? ¿aprovecharía la ocasión para disfrutar de unas mini-vacaciones más que merecidas o se pondría a sacar brillo a la cubertería?

Esto lo sabremos en el próximo episodio...si el resplandor de Paquita no acaba con todos antes...





28 de octubre de 2012

Crónica de una aprendiz de costurera.



El primer día que conduje el coche, carné rosa en el bolsillo, no sabía meter marcha atrás.

Esto es porque tardé muchos años en conducir. Aun así, la necesidad imperaba, debía ir a trabajar, no había otro medio y decidí llevar el coche, total, Alicante está todo recto, y no necesito poner marcha atrás para nada- pensé.

El problema estaba cuando iba a una gasolinera y tenía que maniobrar, era capaz de salir de la gasolinera y volver a entrar con tal de dejar el coche bien situado, listo para repueste. Para aparcar  SIEMPRE en batería.

Pues bien, el otro día me dispuse a coser el disfraz de Racu Laura a mi hija.

Sólo había cogido una vez la máquina de coser, para enhebrar, rellenar canilla y ver cómo se me salía el hilo de la aguja sin saber porqué, pero, qué narices, ya había comprado la peluca de la vampira, no podía achicarme.

El motivo y las prisas de tener el disfraz fue un cumpleaños temático (monstruoso) que tuvimos el jueves.

Con la máquina de coser me pasa lo mismo que con el coche (en mis inicios), no sé maniobrar marcha atrás. Pero qué mas da, se cose siempre hacia delante ¿no? pues a coser el chaleco, hasta el infinito y más allá.

Con el fieltro rosa que compré hubiera podido hacer un sombrero de copa sin necesitar líquidos que lo endurecieran...pero ya lo tenía. También compré un encaje que es el que en un principio quise coserle a la camiseta negra en el cuello y al final sólo lo hice en los puños.

Yo misma, con estas manitas, me dispuse, miércoles a las 21:00, con tan solo las medidas que creí oportunas tomar a la niña, al diseño, patronaje, corte y confección de un chaleco, que tan sólo tenía visionado en mi mente y en una postal de las Monster High.

Como una ha visitado a varias modistas, sabía que el patrón se dibujaba en un papel. Lo hice en uno blanco de embalar que se liaba cual canutillo a la mínima (nota: en la próxima papel de cebolla (nota de la nota: ¿en la próxima...?)).

Ante el papel me quedé en blanco...cómo narices se dibujaba un chaleco en piezas...y cuánto le daba de sisa, medida que no había estimado a bien tomar y lo más importante, qué narices era la sisa...

Seis bocetos después, intentando encajar cuatro piezas, con lo mal que se me dan los puzzles, conseguí que medio cuadraran, con lo que los prendí con alfileres e impaciencia al fieltro ( sí, ese que compré que parecía una plancha de corcho).

Después corte la tela con un cúter (no es muy de modista, creo) y una vez que tuve las piezas del corcho rosado me dispuse a coserlo en mi singer.

Fue entonces cuando me di cuenta que ese chaleco no se cruzaba lo suficiente como para coserle unos botones, bueno, ni lo suficiente ni nada, digamos que no cruzaba, para ya estaba cortado...

Cosí hacia delante como si no hubiera un mañana, más tarde descubrí qué le pasa a una prenda si no vuelves sobre tus puntos en los extremos, y allí tenía mi primera obra de ingeniería...a la que decidí coserle el encaje en el cuello.

Era la una de la madrugada, y aún tenía que coserle el escudo...por lo que decidí tirar de rotulador permanente y se lo pinté, al igual que haría con los botones, ya que el chaleco tendría que coserlo una vez armada la niña.

Pese a que la niña parecía ir metida en el armazón de Robocop y de descubrir dónde está la sisa y cuanto tira si no se le da holgura suficiente...quedó genial ¿no?

Racu Coletillas posando con todo su gracejo.



He necesitado:

-Peluca Racu Laura.
-Camiseta negra.
-Medias de rejilla rosas.
-Calzas azul marino (a las que le cosí unos lazos rosas).
-Dos faldas de tul de los chinos, para dar un volumen, monstroooosooo.
-Dosis de paciencia infinita.
-Un poco de maña.
-Una niña bien guapa que sepa encajar en "la cosa" que cosí.


22 de octubre de 2012

El otoño.



En estos días de otoño que cualquier nostálgico podría cantar odas a la caída de la hoja y al viento que las columpia y las hace bailar en su último viaje, bajo el triste y estático adiós del árbol que las creo...viene una del levante y se caga en la inestable estación.

Así, a lo bonzo.

No me gusta el otoño, que podría venir, como cualquier cani de bien, montado sobre un coche tuneado con el tubo de escape trucado, pero elige subirse a la gota fría y liarla parda, en su arranque y en su frenada.

La gotica trae riadas, rayos y centellas, humedades varias y vientos frescos y al contrario de lo que haría Gene Kelly, aquí no hay quien lo baile, como mucho lo navegas y cualquiera se marca unos pasos de claque en la barca...que a la deriva nos lleva...(perdonen, los ochenta que me dejaron huella)

Los airecicos refrescantes traen consigo unos virus, encantados de estar tiesos por el frío que los transporta, instalándolos en nuestros otoñales cuerpos al ritmo del poquito a poco, compás de los buenos amantes cuando se dejan querer, y así, de un flechazo, el virus atraviesa tu cuerpo salao, morena, y te llena de escalofríos y cosquillicas en la nariz..ains.

Sí, gracias a los tibios chuzos y a los calores sofocantes, oh, odiado otoño, el moquillo acuoso y el estornudo titánico capaz de partirme en dos en el momento más inoportuno ha vuelto a mí.

Si veis una señora impulsada por un estornudo rompiendo la barrera del sonido no lo duden , esa soy yo.

Y ha venido justo a tiempo, justo cuando me faltan horas al día y cuando salir de casa sin cabeza me hace perder minutos valiosos para volver a ponérmela...como para andar sonándose los segundos que le quedan libres.

Días en los que te das cuenta que vienen gravados por defecto y que de las 24 horas brutas que te regala la vida por día sólo aprovecho 16 y de los que gracias al calor, al frío, a la lluvia torrencial y a la madre que parió a las borrascas, me quedo con 15 porque lo que resta se lo lleva el pañuelo.

El resto de mi fiscalizadas horas soñarán a golpe de caídas al vacío, de esas que solo la fase 1 NO REM regala, gracias a mi tos que a golpe de carraspera cojonera asustará al resto de fases para toda la noche más que el monstruo del armario.

Y digo yo...¿no podría la vida aplicarme una amnistía temporal, que ya devolveré en forma de cabezadas cuando gaste dentadura de vaso y peine permanente de rulillo fino?


Y es que esta que les escribe a ritmo de estornudo ha vuelto a la universidad que la graduó lozana, para cumplir parte de un sueño...sí, ese que queda pendiente del hilo Cuandopueda y tienes que recurrir del Cuandoquieras Condosgüevos...con todos los kilos de mi treintena larga...

Por ese sueño y no por el que me lleva de fase en fase es por el que me abrazaría a cualquier farola y girando a ritmo de relámpago me reíría de cualquier chaparrón y bailaría bajo la gota fría, si no me quitara mucho tiempo...







16 de octubre de 2012

Punto bobo.



De un tiempo a esta parte siento antojo de coser.

Es por eso que sugerí de forma discreta a mi marido con un "si yo tuviera una singer, si yo tuviera una singer...cuantas cosas cosería" como el mejor regalo de cumpleaños...

Me regaló un ebook.

Afortunadamente, y siendo consciente que el marido NUNCA me regala lo que pido le canté la misma canción a mis hermanas, con ellas hubo más suerte.

Ay, ya me veo, abasteciendo mis armarios con un fondo de lo más pretaporter-handmade que te cagas.

Sí.

Pensarán ustedes que soy una chica apañadica, de las que saben hacer punto de cruz, coser botones, pespuntar y pasar hilvanes...pues se equivocan , lo primero me suena porque mi hermana la mayor es un hacha haciendo cruces con el hilo, y los botones porque son esas piezas redondas que me encuentro siempre en el filtro de mi lavadora, junto a unos céntimos enrobinados... los dos últimos verbos los he encontrado en google al escribir "cómo se cose".

Mi madre me había dejado por imposible, qué sería de mí, infelice, sin tener pañitos y mantelería bordada.

Desistió cuando, acompañada de mi amiga Marimón, me apunto a "Iniciación al Punto Bobo" en la tienda de lanas de la esquina de casa, y allí íbamos las dos, a darle a las agujas y al ovillo, mientras participábamos en las tertulias de las octogenarias del lugar, que era la media de edad que acudía a estas reuniones.

Mi amiga, que siempre fue un lince además de una ardillica laboriosa (según mi madre), terminó la parte delantera del jersey junto con su espalda y sus dos mangas...yo me quedé en media pechera y con más agujeros por puntos perdidos que la red de un pescador.

La siguiente proeza fue decirle a mi madre que me iba a bordar una camiseta con la imagen más grande, más colorida y más difícil que encontré en una revista de punto de cruz, una peruana a todo folclore. La paciencia se me fue en pleno poncho andino, tan sólo llevaba dos líneas, pero había perdido las cuentas y era imposible enlazar...la ilusión por MI camiseta se prendió a lo bonzo, como mi sueños de futura bordadora.

Jamás me apuntaron a "Corte y Confección", curso para toda buena mocita de pelusilla incipiente en el labio...o lo que viene siendo bigote, para eso ya estaba mi hermana la mayor que despuntaba (nunca mejor dicho) en las lides de la bobina y el dedal...y a Yolandica la dejaron por imposible, con sus cuadernillos, inventando historias de amor...ains.

Pues bien, puestos en antecedentes de mi destreza a la hora de enhebrar aguja e hilo me aventuré a rogar la maquinita de coser y tras tres años TRES suplicándole al cónyuge, mis hermanas me la han regalado.

La última vez que tuve una máquina entre mis manos atravesé uno de mis dedos, en la primera puntada la uña y en la segunda la yema. Tuve tres días el corazón latiéndome en el índice y un zurcido en cadeneta precioso. Tenía 9 años, yo, la máquina tenía más.

27 años después, no veo el momento de ponerme manos a la obra, comprarme revistas de patrones, papel de cebolla, tiza y coser vestidos de todas las clases a mis pequeñas: barrocos, románicos, de corte imperio, canesulados, pinzados y borlados...solo tengo un problema...si veis al momento le decís que lo ando buscando.



14 de octubre de 2012

Con las manos en la masa.




A mí me gustaba cocinar.

Desde que soy madre de dos niñas que se mantienen del aire, cocinar implica alimentar al cubo de la basura, o como vengo de la generación en la que tirar el pan era pecado, ejercer de coche escoba. Ergo que, desde que soy madre, he engordado gracias a las cenas de mis hijas.

Al ángelus, la que escribe empieza a sudar frío, a abrir de forma impulsiva y descontrolada la despensa y el frigo y a pensar en posibles fórmulas.

Gracias a que nací en el Mediterraneo la-lara-la-lara, intento tener presente la pirámide de alimentos básicos, estudio las posibilidades de mezcla y tras eliminar los productos utilizados en el menú escolar, me afano, lengua en comisura, en escribir las posibles cartas y sus probabilidades de éxito.

Tengo claro que más de un chef de renombre si hubiera sido antes padre que cocinero, éste hubiera sido químico o montador de puntas, pero en los fogones no se hubieran quemado los pelos de los nudillos, se lo digo yo.

El día que se alinean los planetas, el horóscopo se presenta favorable y el Universo me gratifica por mis pensamientos positivos, es posible que acierte en la receta y mis hijas decidan meter el tenedor o la cuchara al ritmo de rico-rico-delicious mientras se relamen.  Creedme si os digo que lloro cada vez que oigo la estrofa, por lo que odio a Dora y por la grata sorpresa de ver comer a mis hijas, en plena explosión de contradicciones, así es una.

Lo he probado todo, he comprado libros de recetas, he buscado en blogs de cocina, me he guiado por el instinto, por lo que había en la nevera, por consultar recetas de antaño, a mi vecina la del séptimo y como última opción, por llamar a la abuela en modo SOS que presenta la ayuda en forma de croqueta, a la que aseguro hacer la ola cada vez que la veo aparecer, a la abuela también.

No hay monitora de comedor que no haya tenido una charla conmigo, me abordan, presas de la desesperación contra cualquier rincón y con los ojos desorbitados y afectadas por una pérdida total y absoluta de la paciencia y la esperanza, me comentan el devenir de las comidas, y juntas, mientras nos abrazamos pegándonos el moquillo del desespero en el hombro, sabedoras de la cruz que llevamos a cuestas, nos contamos experiencias cual de ellas más aterradora.

El momento de abrir mochila para ver las sobras del almuerzo es estremecedor, ya que me he llegado a encontrar, agarraos que es muy fuerte, un bocadillo de nocilla íntegro (alarido)...no os digo nada cuando lo hago de algo que no sea queso de bola o atún en días alternos...

El chopped, ese que toda madre de bien pide a su charcutero amigo, en loncha fina y en cantidades de cuarto y mitad, no ha visitado mi nevera, porque su muestra se expulsó por donde vino en milésimas de segundo y eso le ha pasado a todos los de su especie, ya sea en forma de mortadela o de "jamon ne yo", que no aguantan un gargajeo en los exigentes gaznates de mis pequeñas.

Es pues que desde estas humildes lineas insto a los grandes creadores de realities, que ideen una superchefy, que se dedique a visitar casas de niños mal comedores y a sus correspondientes madres desesperadas para detectar el error base, resetear y lograr que sean felices mientras comen perdices.









9 de octubre de 2012

Gothic girl.

Este podría ser perfectamente un manual de  Iniciación a How to be a gothic girl , tiempo al tiempo...


Se lo debo a las Monster High, gracias a ellas he vivido un año metida en un bucle salido del mismo Halloween.

Verán ustedes, los hechos acaecieron de esta manera, allá por la Navidad pasada, mis hijas, como supongo todas las niñas de su edad, vinieron suplicándole a los Reyes Magos o a Papá Noel o a la sociedad que los financia, unas muñecas que parecían monstruosas.

Una, que tiene a sus hijas por originales y de gusto poco común se confió, y aún a pesar de ver en los catálogos de jugueterías las muñecas en cuestión, se esperó a última hora, proezas de las mías, para ir a por ellas.

Cuando acudimos a dos días de la visita de sus majestades descubrimos que había padres que hacían cola para conseguirlas toda la noche en las puertas de los grandes almacenes y que incluso se había llegado a las manos por el afán de algún papi valiente en conseguir a su retoñas, con todo el amor de sus puños, el juguete en cuestión...y me acordé de una peli de Schwarzenegger.

Yo en esta vida sólo he hecho cola de noche por una cosa, y eso fue para conseguir plaza en le escuela de idiomas, y lo hice porque tenía 15 años, mis amigas estaban conmigo, tenía el consentimiento de mis padres y prometía ser una noche divertida. Evidentemente, la cola para conseguir las Monster no cumplía los mismo requisitos y me parecía una locura, no pasó nada, Sus Majestades de Oriente vinieron con otros juguetes y fueron bien recibidos.

El transcurrir del año pasó gracias a los cromos-tarjetas y su álbum. Y una duda...¿de dónde había salido esta moda?

Porque hasta ahora, mis hijas bebían los vientos por unas haditas pizpiretas que cagaban purpurina y veían en televisión, pero a las monstruas en cuestión no las habíamos visto jamás...bueno en foto...de dónde venían pues... ¿he oído genial campaña de marketing?

No voy a ser yo quien lo critique, ya que me he visto arrastrada este verano por la locura del látigo y del azote, pero yo sé leer, y me llega más información que a un niño, y os aseguro que las Navidades pasadas no vi un sólo anuncio de las monstruitas..

Porque, tan grande ha sido el fanatismo de mis hijas por las siniestras high, que me hicieron elegir mi preferida, escogí el cromo de una que llevaba gafas azules, Berrinches era la Loba y Coletillas "Racu" Laura (Dracu-Laura en las estanterías) y juntas, con los tres cromos, hemos pasado tardes imaginando historias de amor...si es que les pierde el tema aunque sea pasado por telaraña.

Resulta que desde este verano hemos descubierto dónde emiten la serie. Dura apenas diez minutos el capítulo, hecho que aún me hace pensar en la genial campaña y que me pregunte qué fue primero: el cromo o el episodio.
A Berrinches ahora le gusta la vamira (léase vampira) y resulta que la monstuita aplicada de gafas que me elegí es una zombie, que está chepada, se comunica con eructos y tira moscas por la boca...si es que siempre fui un lince eligiendo...

Desde el pasado diciembre mis tardes son lúdico-tenebrosas.

Yo que pensaba que el percentil rosa del cerebelo de mis hijas se incrementaría en niveles preocupantes, por su gusto por el amor y los amorados, se ha visto reprimido por un incremento en lo tétrico y el gusto por lo gótico, y ahí es donde tiemblo, porque solo imaginarme a mis hijas vestidas como a ciertas niñas en una convención de presidentes, os lo digo, de entrada me llega a poner los pelos como escarpias, pero ese es el objetivo de lo cadavérico, ¿no?

Como a día de hoy todavía no he visto en NINGUNA estantería de ninguna juguetería las muñecas de marras, no he podido hacer acopio, por lo que mi oferta de habrá Monster en el cumpleaños, pasó al santo, del santo a cuando os portéis bien todo un día seguido, y de este a cuando se caiga el diente...pero me veo alargando a, nuevamente Navidades. Y sigo pensando que la escasez de las muñecas es puro marketing, porque el deseo por tenerlas no ha descendido, todo lo contrario.

Me veo haciendo mi segunda cola nocturna de aquí a dos meses...

 Pero de momento, ¿os imagináis de qué quieren disfrazarse en Halloween? Yo me pido de zombie.







4 de octubre de 2012

Ley de Vida.






Como diría Madonna, el tiempo pasa despacico....pero pasa.

Mis hijas tienen cinco años, en pocos meses cumplen seis y yo no me he dado cuenta.
¿En qué momento mi vida metió quinta y se jugó los seis puntos del carné, eh?...creo que llevo una cani al volante.

Me he pasado cinco años y medio deseando que del biberón pasaran a la papilla, de la papilla al tropezón y del tropezón a devorar como si no hubiera un mañana (bueno, no sé cómo hemos llegado a esta etapa porque nos las suspendieron todas, pero aquí estamos), al igual que soñaba con pasar del pañal al despañale, del gateo al sprint parquesiano o del gugu-mami al noteescucho carachucho.

La otra tarde, creyéndome sabia gracias a la experiencia que me dio la vida, y sintiéndome lisensiada en las lides de despañale, friegue y encerado de culete, me di cuenta, en plena batalla con el trasero de Sobrino, que había olvidado la olorosa tarea.

Una, que no se achica ante la dificultad, se enfrentaba a un caca con más pinta de chapapote y más adherencia que pisar un chicle recién gargajeado. En pleno ademán de subir mis mangas cuando vestía tirantes, recogí mi pelo, me rodeé de todos los utensilios necesarios, pañal limpio, toallitas, gasa, ropita limpia, crema del culete, toda mi paciencia, una miaja de empeño, una pizca de coraje y mi protocolo de actuación pasado a limpio y con esquemas gráficos.

Veinte toallitas después y tras untar caca donde no la había, terminé, y fui consciente del devenir de los tiempos y de la renombrada ley de las ancianas del lugar "Ley de Vida".

"Ley de Vida" es aquello que te contestan tras el comentario "se me han hecho mayores" o "se me ha pasao volando".

Más tarde, asimilando que la dichosa ley me había atrapado en sus redes,  me encaminé a comprar los babis para el comedor de mis niñas. Los encontré tan bonitos, tan de su talla y tan de cuadritos vichymari, que los compré sin duda y sin consultar.

¿Os he dicho que llevaba una Minnie preciosa en el bolsillito?

Me han hecho devolverlos.

La cara de espanto que pusieron tras mi tachán fue la misma que le puse a mi tía cuando me regaló, ya  siendo mocita con vello sobaquero, la cinta de Teresa Rabal cuando yo esperaba la de Madonna, la mismica.

-Mamá -tono chulesco- la Minnie es de pequeños...

-La Minnie es preciosa, hijas, a mí me encanta...

-Pues a mí no -repito, tono chulesco- lo quiero sin dibujos o con el dibujo de "Racu Laura"-si ni siquiera sabe decir su nombre-...además llevar babis es de bebés y nosotras ya somos las mayores del arenero.

Y es cierto. Mis peques son las mayores de infantil.

Se abre pues una nueva etapa: empieza el otoño, el año se acaba, posiblemente el planeta explote, mis hijas dejarán de jugar en el arenero para mascar regaliz bajo cualquier palmera (si el picudo deja alguna y el mundo no estalla) para mirar a los chicos jugando al tula...ains, se me han hecho mayores, se me ha pasao volando, pero esto es así....Ley de Vida.





1 de octubre de 2012

Carta a mi niño recién nacido.




Querido Sobrino,

Te esperaba para el cambio de Luna, pero te adelantaste. Decidiste nacer el 29, para meterte de cabeza en mi Club Mágico del 29, selecto donde los haya.

De entrada saliste cabezota, y no por el tamaño de la testa, que tienes divina-preciosa, sino por lo obcecado, testarudo e irresistiblemente inteligente. Seguro que tus colegas te habrían avisado del túnel, ese por el que entras de parranda y si te quedas en él durante unos meses, tendrás que abandonar si quieres ver la luz, montado, dicen, en uno de los mayores traumas del ser humano, y tú, tras los dolores previos a la epidural, decidiste llamar a asistencia en partos y otros menesteres, porque por el canal de partos no pasabas, que estaba muy estrecho.

Ay, querido Sobrino, allí te encontraron, de rositas tras la cesárea, dejándome ver, ya de tan temprano, que sabías muy bien lo que tenías entre manos...en este caso entre cabeza, y eso son las ideas bien claritas.

Tuviste la capacidad de celebrity, de hacer esperar a golpe de café y bostezo hasta unas horas en que lo más normal es estar en REM o bailando Paquito El Chocolatero a tu particular pandilla de groupies, desde la cuadrada, fría y dura silla de la sala de espera o desde el insomnio de una cabeza acostada, para hacernos perder el sueño, esta vez, de felicidad, por tenerte, tras el rescate, entre nosotros.

Además de listo eres guapo,  un tipo duro al uso, con arañazo en la cara tras una pelea por una teta, unos hoyuelos de infarto y unos enormes ojos rasgados que harían pequeños a los del Velencoso, que ya es decir.

Tus primas estaban entusiasmadas por conocerte, tanto es así, que Coletillas, la que aspira a ser pintante de París, se fue cargada de libreta y carboncillo para intentar plasmar tu retrato en sus inmaculadas hojas.

Te dejaste pintar por los dos perfiles, y aunque la artista encontró en la sala a su modelo fetiche, el abuelito Manolo y su bigote (más éste que el abuelito en sí, que pinta con maestría en un fino e inquebrantable trazo) supo captar la línea de tu ovalado rostro para mostrarlo a todo color, en la tranquilidad que da el hogar con el dulce aroma del recuerdo y a resguardo de sus más fieles seguidores.

No conformándose sólo con eso, tu prima, la pintante, te ha dibujado un diagrama de crecimiento, y te brinda, en sus bosquejos, sus expectativas de crecimiento bruto por año vencido.

Es decir, ahora mismo eres un rostro angelical del que apenas ve cuerpo por estar envuelto en arrullos varios, véase bajo el 0, pero bajo el 1 y el 2, que tu prima ha sabido pintar en el idioma de los espías, es decir, para leer a través del espejo, ya espera de ti que seas un mozalbete de incipiente melena y orejas prestas a escuchar todo a un kilómetro a la redonda. Para el tramo de 3 a 4 años pronostica melenaza, porte y hombría sin igual. 

Todo ello iluminado por el arco iris que te habría visto nacer si hubiera salido el Sol antes y un código especial sobre el mismo, al que llamo, desde estas líneas a entendidos en profecías para su análisis y posterior estudio.

Se despide, de ésta, mi carta de bienvenida al mundo, tu tía, esa que te estruja el moflete a golpe de besos en metralleta y que te grita al oído lo reguapo que eres, leches, con el mayor de los deseos, que seas muy feliz en este viaje.


Be-be-be-be-be-sos.