El día que decidí ser madre fui una inconsciente. Porque aunque tengo buena voluntad vivo en un despiste continuo. El día que no recuerde alguna función vital me moriré y punto. Tan simple como profundo.
Cuando deduje que sería mamá, hice algo absurdo visto desde la perspectiva del tiempo y la experiencia, tirar de manual. Me compré un libro para dummies sobre el embarazo.
Mi conversación en todas mis pausas-café fueron monotemáticas: al "que buen tiempo hace" un "maxicosi sí, maxicosi no"; al "buenos día tenga usted" un "...y lo acostaré todas las noches a las 20 horas"; al " cómo me pica la nariz un "...y todas las tardes iremos a nadar"... hasta que me confirmaron que traía al mundo dos churumbules. Entonces, y sólo entonces, enmudecí.
No encontré la guía de embarazo gemelar para dummies. Temblé.
En cada felicitación, beso y enhorabuena que recibía, intuía cual bofetón telepático, la compasión del emisor que intentaba vilmente camuflar su sentimiento con un mensaje repleto de palabras tan cumplidas como vacías de razón.
Más tarde entendí, que no existe manual de instrucciones para esta embarazosa empresa, ya que no existe niño complejo sino madre complicada, pero esta verdad tan grande me llegó cuando la vida se empeñó en mostrarme mis flaquezas en forma de colleja.
La última la recibí esta semana. Olvidé que era el día de la foto de la orla. ¿Puede ser mi memoria más infame y despreciable?
No recordé que debían vestir la horrorosa camiseta del cole, me largué al trabajo sin peinar sus melenitas cocoguás, sin prender lazos de color rojo en su pelo.Y me arriesgue, de forma insensata, a que el padre dejara en manos del azar la elección de lazada, y éste entiende de casualidades, pero de tonos poco (el azar, claro)
Pero no crean que fui consciente de mi error a media mañana...ni siquiera a media tarde ¿falta de aptitud o de ingerir ginkgo biloba a granel? ¿carencia de ambas?..ni cuando al recogerlas todos los niños de infantil, todos, vestían las feísimas camisetas oficiales ¿falta de cualidad observadora, falta de visión, carencia de ambas?...la colleja me la dio mi hija al decirme orgullosa que le habían hecho la foto de la orla.
Fue entonces cuando sentí un zas en todo el pescuezo.
-Noooooooo -grité al cielo, al infinito, al final del pasillo y al ujier que pasaba por mi lado.
El grito de horror paralizó mi camino, mi biorritmo y el paso del conserje.
-No te preocupes mami, una mamá del cole me ha puesto una camiseta, hasta me ha vuelto a peinar -dijo una de mis hijas, mientras intentaba animar a su resquebrajada madre.
Hecha añicos y como pude, recogí del suelo mis trozos de mala madre, para guardarlos en una bolsa e intentar recomponer lo que sin duda perdí un día lejano, el molde de la buena madre.
Y con esta hechura, esta mala conciencia y mi peor memoria, emprendo el viaje de ida a la perfección sin retorno, con toda mi mejor voluntad en la mochila y unas cuantas vitaminas.
Seáis del club de madres que seáis, de las buenas, de las mediocres, de las malas o simplemente del que somos todas, de las que lo intentamos hacer tan bien como podemos, feliz día de la madre.